Para un hijo, es muy importante que las palabras que salgan de la boca de su entrenador sean las que le animen, alienten y despierten en el su mayor capacidad para esforzarse en lo que hace.

En Génesis 1:28 tenemos el ejemplo de Dios para su creación: "…Y los bendijo..."; esto se traduce a que imitando a nuestro mayor ejemplo, cada palabra que salga de nuestra boca, debería ser de bendición para nuestros hijos, permitiendo que el propósito para el que fueron diseñados se cumpla a través de la cobertura de Dios para sus vidas.

Cada padre ha recibido de parte de Dios la capacidad de impartir bendición a la vida de sus hijos, siendo profeta de las cosas que le acontecerán a futuro involucrando o no la bendición de Dios en esto.

Si nos remontamos a los primeros libros de la biblia, podemos notar como cada patriarca tomaba esta autoridad y bendecía a cada uno de sus hijos para que le fuera bien y sus generaciones trascendieran.

Por lo tanto, en la boca de cada padre de familia está otorgado el poder de sembrar bendición en la vida de sus hijos o bien palabras de fracaso que impacten su corazón y a la larga den frutos malos (Prov 18:21; Prov. 12:18).

En la actualidad, hay chicos muy talentosos que no son capaces de llevar a cabo proyectos, porque se quedaron con la idea de que eran tontos y no lo lograrían. Lo más triste de esto, es que a pesar de que mucha gente se los diga, ellos no lo creerán, ya que en un tiempo solo lo hubieran deseado escuchar de quienes realmente requerían aprobación: SUS PADRES.

Por eso, como padres tenemos la responsabilidad de sembrar en el corazón de nuestros hijos palabras de aprobación, palabras de vida que impactarán a las generaciones futuras.

Cuando nosotros como padres damos un abrazo a nuestro hijo, también estamos abrazando a nuestros nietos, bisnietos, etc. ya que toda conducta de amor, aprobación, ánimo, se almacena en el comportamiento de nuestros hijos y ellos por imitación lo repetirán sobre su descendencia.

Pero, desgraciadamente si en vez de impartir en nuestros hijos conductas adecuadas estamos continuamente criticándoles, desaprobándolos, menoscabando, despreciándolos, también lo estamos haciendo con nuestras generaciones futuras.

Por esto, como entrenadores y padres, es conveniente prestar atención a la forma que tenemos de hablar a nuestro equipo, tratemos de evitar cualquier comentario que les descalifique.

Apliquemos en nuestra manera de calificarles comentarios positivos que les ayuden a formarse una mejor opinión de sí mismos y de sus posibilidades en la vida. 

Seamos los mejores entrenadores que les animen a llevar cabo los retos más temidos, sin temor al fracaso.